El ataque que causó el fallecimiento del político colombiano Miguel Uribe Turbay el 7 de junio de 2024 reabre las heridas de una violencia política que ha dejado una marca en la historia reciente de Colombia. Uribe Turbay, con 39 años de edad, fue un senador, aspirante a la presidencia y figura clave del partido Centro Democrático. Su fallecimiento destaca no solo la polarización política en el país, sino que también trae a la memoria la violenta historia que afectó a numerosas generaciones de dirigentes colombianos.
Miguel Uribe Turbay era nieto del expresidente Julio César Turbay Ayala (1978-1982) y de Nydia Quintero de Balcázar, una activista política que creó la organización Solidaridad por Colombia. Su madre, Diana Turbay, fue una periodista que fue secuestrada y asesinada en 1991 en medio de la violenta guerra interna entre narcotraficantes y el Estado colombiano. Su muerte, resultado de una operación de rescate fallida llevada a cabo por el Ejército, dejó una marca indeleble en la sociedad colombiana. Diana Turbay fue capturada por el Cartel de Medellín dirigido por Pablo Escobar, y su trágica muerte fue un símbolo de una época de terror.
Sucesor de un drama familiar y político
Miguel Uribe Turbay no solo cargaba con el dolor de la pérdida de su madre, sino también con el peso de la violencia política de su país. En los años 80 y 90, Colombia sufrió una de las etapas más oscuras de su historia, con el asesinato de candidatos presidenciales y la persecución a figuras políticas claves. Este período de violencia, en el que murieron personajes como Luis Carlos Galán, Carlos Pizarro y muchos otros, dejó un rastro de víctimas y huérfanos políticos, muchos de los cuales, como Uribe Turbay, decidieron seguir el camino de la política.
A lo largo de los años, Uribe Turbay se consolidó como un líder de la nueva generación de políticos colombianos, aquellos que crecieron marcados por las tragedias de la violencia política. Junto a figuras como Carlos Fernando Galán, hijo del asesinado líder liberal Luis Carlos Galán, y María José Pizarro, hija de Carlos Pizarro Leongómez, quien también fue asesinado mientras aspiraba a la presidencia, Uribe Turbay representaba una nueva esperanza para la reconstrucción del país.
Política y visión de seguridad
Miguel Uribe Turbay se identificaba con la derecha política de Colombia, siendo miembro del partido Centro Democrático, liderado por el expresidente Álvaro Uribe Vélez. En su visión política, la seguridad pública era uno de los ejes centrales, además de ser un firme defensor de las políticas de seguridad democrática implementadas durante el gobierno de su abuelo político. A lo largo de su carrera, Uribe Turbay defendió la necesidad de fortalecer las fuerzas de seguridad para garantizar la estabilidad del país, además de impulsar la inversión extranjera como motor para el desarrollo económico.
Entre los años 2012 y 2015, ejerció como concejal en Bogotá, y desde 2016 hasta 2019, ocupó la posición de secretario de Gobierno bajo la administración de Enrique Peñalosa. Su labor en la capital de Colombia le permitió establecerse como una figura relevante en la política a nivel nacional. En 2019, compitió como candidato para la alcaldía de Bogotá, obteniendo el cuarto lugar. Poco después, en octubre de 2024, declaró sus intenciones de competir en las elecciones presidenciales de 2026, mencionando que el asesinato de su madre fue un punto de cambio en su vida, enseñándole la importancia del perdón.
Un atentado que recuerda las heridas abiertas
El ataque a Uribe Turbay no solo ha significado un punto de inflexión en la política colombiana, sino que ha reavivado las tensiones históricas en torno a la violencia política. Que un político que había manifestado fuertes críticas hacia el gobierno de Gustavo Petro fuera atacado resalta la persistente polarización extrema en el país. Los discursos hostiles y la violencia política siguen siendo una preocupación constante, y la agresión contra Uribe Turbay evidencia que las heridas del pasado aún no han sanado por completo.
El hecho de que un miembro de una de las familias políticas más influyentes del país haya sido víctima de la violencia también pone en tela de juicio la efectividad de las políticas de seguridad del gobierno actual. La violencia política, que parecía haber disminuido en las últimas décadas, vuelve a mostrar su rostro en un contexto de creciente tensión social y política.
Impacto en la carrera presidencial
El fallecimiento de Uribe Turbay también provoca dudas sobre el panorama político en Colombia. Su deceso ocurre en una etapa crítica, ya que el Centro Democrático aún no ha elegido a su aspirante presidencial para los comicios de mayo de 2026. Con la ausencia de su figura, el partido podría experimentar una falta de liderazgo, y las discusiones internas para seleccionar al sucesor de Uribe Vélez se profundizarán en los meses venideros.
Aunque el asesinato de Uribe Turbay podría polarizar aún más el panorama político, también podría inspirar una nueva ola de reflexión sobre la seguridad y la reconciliación nacional. Sin embargo, la violencia política sigue siendo un tema delicado y controversial que debe ser abordado con urgencia por las autoridades, si es que Colombia quiere evitar que la tragedia vuelva a repetirse.
El asesinato de Miguel Uribe Turbay representa no solo una pérdida irreparable para su familia y seguidores, sino también un recordatorio doloroso de las cicatrices que aún arrastra el país por la violencia política de otras épocas. Su legado y el de su madre siguen siendo una parte importante de la historia reciente de Colombia, mientras el país enfrenta los desafíos de superar las tensiones internas y encontrar un camino hacia la paz duradera.